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PROJECCIÓ I COL.LOQUI DEL DOCUMENTAL: "LA PRIMERA SESSIÓ"

08/03/2013

El Centre d'Atenció Psicològica i Psicoanalítica, sota els auspicis de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis us convida a la projecció i col.loqui del documental "LA PRIMERA SESSIÓ"

Documental del psicoanalista i realitzador francès Gérard Miller.

En versió original i subtitulada.

Amb la participació d'Eugenio Díaz, psicoanalista, membre de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis.

Què és la Psicoanàlisi? Per què busquem a un psicoanalista? Què passa a la primera sessió?
És la primera vegada que 16 pacients, famosos i desconeguts, testimonian el per què van començar una psicoanàlisi i les seves experiències al voltant de la primera sessió amb un psicoanalista.

Lloc: Centre cultural La Llacuna
C/ Mossèn Verdaguer, 4, Andorra La Vella.

L'entrada es lliure i oberta a tot el public
20h

Reportatge TV andorrana sobre la proyecció i col.loqui del documental "La primera sessió".

Ver programa TV

RESEÑA DE LA PROYECCIÓN Y DEL COLOQUIO

Presentación del documental

"El psicoanálisis: una cuestión social"

La actividad estuvo organizada por el Centre d’Atenció Psicològica i Psicoanalítica con los auspicios de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP). Contó con la colaboración de la Comunitat de Catalunya de la ELP y la participación de Eugenio Díaz, psicoanalista, miembro de la ELP inscrito en dicha comunidad.

La sala se encontraba llena, alrededor de 120 personas acudieron a ver el documental “La primera sesión” realizado por el psicoanalista Gèrard Miller. La presentación corrió a cargo, por parte de la organización, de Assumpció Lluís Pons, psicoanalista, miembro de la Comunitat de Catalunya de la ELP e integrante del equipo del Centre, miembros del CAPIP, miembros de la Alianza Andorrano – Francesa y del Comú de Andorra la Vella. Eugenio Díaz presentó el documental y moderó el coloquio.

Todos ellos colaboraron para que sea posible la proyección de la película. Se contó con la presencia de los medios de comunicación, la radio y la televisión andorrana. Eugenio Díaz introdujo al público en el tema del documental tomando como referencia los testimonios de 16 sujetos, todos ellos analizantes, respecto de su encuentro/ desencuentro con un psicoanalista, testimonios particulares que giran en torno a un acto subjetivo, la decisión de consultar un psicoanalista. Se destacó la pertinencia de la palabra analizante, puesto que es ella, la persona, quien se dirige al psicoanalista, y sólo hay una condición para que un psicoanálisis sea posible: que el sujeto crea que tiene algo que ver con lo que le pasa. La cuestión en juego: la responsabilidad. Eugenio Díaz señaló también la sencillez del realizador para abordar los fundamentos del psicoanálisis, que ofrece la posibilidad de desmontar los mitos de lo que de un psicoanálisis se espera.

Comentario a cargo de Eugenio Díaz

"Del sujeto de la responsabilidad"

Los primeros comentarios que realizó Eugenio Díaz estuvieron vinculados a la transmisión de que no hay la cura tipo, en el sentido de existe el caso por caso, respecto del uso del diván, del tiempo de la sesión, de la figura del psicoanalista, del tiempo del tratamiento, de los honorarios, de cómo recibir a alguien. No hay la interpretación y el silencio estándar. Todo esto desmonta muchos mitos: no hay estándar pero sí que hay principios, es decir, no todo vale, y eso exige mucho “a la pareja de baile”, por un lado al analizante, que se siente solo porque no hay un estándar, y tocado por la responsabilidad, pero también al psicoanalista que tiene que estar a la altura de esa responsabilidad. Tiene que estar él a su vez analizado y en control, en cierto modo podríamos decir, que es mucho más fácil seguir un guión, pero resulta que se trata de ver cómo cada uno responde de su manera particular a algo que le anime por la vida. Va a referir la cuestión de que no todo se cura retomando que en la película esto también se puede escuchar. Este va ser el punto de partida para un debate que se abrió y duró una hora y cuarenta minutos.

"De lo inesperado, del efecto sorpresa: una transmisión posible".

La primera pregunta va a ser: ¿Psicólogo y psicoanalista? ¿Cómo decidir a cuál hay que ir? ¿Cómo hacer la diferencia de lo que uno necesita?

Hay muchas orientaciones dentro de la psicología, hay psicoanalistas que son psicólogos, pero el punto es que cuando alguien elige no sabe bien por qué, elige incluso más allá de lo que cree elegir. Resulta que hay una serie de orientaciones dentro de la psicología que tienen una lógica de decirle a la persona lo que le pasa, lo que tiene que hacer, por el contrario el psicoanalista de entrada no juzga, no le dice lo que le pasa, aquí se hace referencia al testimonio de aquella paciente que se comía las uñas y acude a una consulta por primera vez y se encuentra con que le nombran lo que le pasa con un diagnóstico: “Usted tiene onicofagia”, y es entonces que ella refiere claramente que no se sintió escuchada. De entrada elegir un psicoanalista supone la idea de que uno tiene algo que ver con lo que le pasa, uno no es víctima sino que tiene cierta responsabilidad en lo que le acontece en la vida. Cuando uno decide no sólo visitar a un psicoanalista sino continuar en la experiencia de un análisis, es porque la responsabilidad respecto a su malestar ha sido tocada. No hay un estándar de lo que cada uno tiene que hacer respecto a ese malestar, eso es una invención, del orden de lo particular.

Hace falta que algo falle para tomar la decisión de “ir a mirar al reverso del decorado”, nos dice Gèrard Miller. Esta frase ilustra la idea de responsabilidad, aceptación y la posibilidad de un “reingreso en la vida” de forma diferente.

Un participante plantea la vinculación del lenguaje, el inconsciente y la política. Poder poner en relación estos tres términos. Nos dice: “El lenguaje ha sido raptado por una utilización, cuando en realidad lo que tiene el lenguaje es ponernos en el mundo, en este sentido el psicoanálisis más allá de una práctica es también una especie de antropología que explica un poco como son los componentes del ser humano hablante. La sociedad contemporánea está modificando este sujeto, cambiando al mundo, hay una especie de secuestro del lenguaje, ¿cómo acoge entonces el psicoanálisis este tipo de problemas, las patologías actuales, hay patologías contemporáneas? Hay un sujeto que está interiorizando este cambio, y lo vemos en la política”.

La respuesta es que el psicoanálisis tiene que ver con aquella vía del lenguaje que no es utilitarista. El lenguaje que vemos en los lapsus, fallidos, olvidos, chistes, sueños, en donde el sentido no está predeterminado, son las formaciones del inconsciente, es aquello que aparece sin cálculo. Estamos en una época en donde el lenguaje es muy utilitarista, estigmatizante, segregador, donde el lenguaje indica: “Tú eres eso”. El lenguaje del inconsciente es lo más antiutilitarista que hay porque le dice al sujeto todo lo que tú dices es verdad, me da igual que te hayas equivocado, me da igual que hayas dicho una palabra por otra. Tomando los términos de la política, estamos en una época en que la política elude la responsabilidad, una política que no es política, “no sé si ha muerto, pero se encuentra en vías de morir” -nos dice Eugenio Díaz. No hay más la política de encontrar la buena manera de que una sociedad avance, no estamos en esa lógica, sino más bien en encontrar la manera de que algunos usen eso para un beneficio propio. Es la política del capitalismo, pero no la del capitalismo frente al socialismo, sino como la única política que existe. Lacan nos dice del capitalismo que es un discurso, un discurso cerrado, el discurso del amo, que trata de eliminar la subjetividad, y por lo tanto la responsabilidad. El psicoanálisis propone lo contrario, hay subjetividad, hay responsabilidad. Uno es responsable de lo que dice y de lo que hace. En este momento surge la distinción entre los términos responsabilidad y culpa, son conceptos que se juntan y muchas veces los tratamos como sinónimos. Se hace referencia a dos tipos de culpabilidad, la que tiene que ver con el delito o la culpabilidad que uno siente. La responsabilidad se dirige a vincular una satisfacción en aquel malestar subjetivo. El capitalismo, retomando la anulación de la responsabilidad, genera dos escenarios, la impunidad y la culpa. El capitalismo genera una serie de cuestiones en torno a los derechos y los deberes, promueve un derecho ilimitado, en este sentido, una lógica impune: nadie es responsable o todos somos culpables.

Luego surge un comentario respecto a que el psicoanálisis supone un sujeto responsable pero que su entorno también lo es, entonces: ¿el psicoanálisis tiene en cuenta ese entorno? El psicoanálisis trabaja con la verdad subjetiva. La familia que uno trae es la que se ha construido, en este sentido, se puede intervenir con la familia desde ese lugar. En psicoanálisis con niños, sí se trabaja con las familias.

También aparece la reflexión de un participante, quien cree que los analizantes tienen el mismo perfil socio económico. Se comenta entre el público que no es exactamente eso lo que se desprende de la película, y aparece el tema del pago en primer plano, para referir que efectivamente se paga, que eso es una cuestión ineludible, pero que hay muchas maneras de acudir a un psicoanalista, sobre todo en algunos países en donde el psicoanálisis se encuentra en los hospitales o en los centros de salud, por ejemplo. Hay la consulta privada pero no es la única vía. El pago toca el asunto de cuánto se está dispuesto a pagar, en cualquier nivel socioeconómico en el que el sujeto se encuentre.

Se propone explicar la relación entre el lenguaje y el silencio, ya que a partir de la película surge una idea referida a que el psicoanalista podría rechazar un paciente si éste no es capaz de expresarse o abrirse. Eugenio Díaz refiere aquí que hay un recorte que se ha hecho para la película y que lo que se desprende es que se tienen que dar ciertas condiciones, pero el psicoanálisis no parte de la idea de que la persona no sabe expresarse. Es el psicoanalista el que puede transformar la demanda en algo por decir.

"La pregunta que insiste: qué es ser un psicoanalista".

La pregunta de qué es ser un psicoanalista y quien regula esta práctica se hizo presente entre el público. Esta pregunta empalma con la ética, ya que la pregunta nunca se cierra. El hecho de que el psicoanalista pueda responsabilizarse de esta pregunta abierta a partir del control y de la escuela. Es a partir de allí que puede autorizarse y dar una respuesta. Hay tres condiciones: psicoanalizarse y llevar el análisis hasta el final, realizar el control de los casos, y; la lectura y la formación permanente, presentación de textos, trabajos en grupo. Hay final de análisis, pero no hay final de formación. El psicoanálisis no es un saber cerrado, en el que queda todo dicho, todo amparado como en el saber universitario. Un participante refiere la idea de que justamente lo que permanece abierto y nunca se cierra, nos dice, -“es la pregunta de qué es ser un psicoanalista”. No hay título de psicoanalista. El hecho de que no haya un protocolo, lo ubica en un lugar máximo de responsabilidad. Esto nos hace pensar que hay una responsabilidad de estar a la altura de eso con lo que uno se encuentra, que hay alguien que sufre, de una manera particular, y ha de hacer un arreglo particular con ese sufrimiento.

Interviene Pepa Freiría, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, quien retoma la pregunta acerca de la diferencia entre la psicología y el psicoanálisis comentando que no encuentra una disyunción ni algo problemático respecto de este binomio, sino que el primero refiere a una titulación, la universitaria y el segundo a una elección, una cuestión de formación continuada. Refiere que ella trabaja en ambos ámbitos. El ser psicólogo es una titulación, tiene sus dimensiones y sus prácticas, ser psicoanalista se trata de otra cosa, una cuestión que, nos dice, empalma con una impresión que le va a dejar el testimonio de cada uno de los analizantes. Que aquello se trata de un espíritu subversivo notable, -“gente que buscaba algo más allá de los protocolos, de los estándar, de las evaluaciones”-, y retoma una frase: “Necesitaba ir a ver a alguien, pero no a cualquier alguien”. Que un encuentro sea posible, cuando un sujeto va a buscar a alguien, depende de que dicho encuentro sea con algo particular, único que le devuelve el psicoanalista. Se diferencia también el ámbito de la psicología y el psicoanálisis refiriendo la cuestión del campo del saber, respecto de dónde está situado éste en cada uno de ellos. En la psicología como en la medicina el campo del saber está situado en el Otro, la persona acude a un profesional para pedirle una respuesta, una solución, al Otro. En el psicoanálisis, es el sujeto quien, a partir del encuentro con un psicoanalista y el ejercicio de su función, puede implicarse en lo que le pasa y construir un saber acerca de ello. Cuestión que le permitirá separarse de los determinantes del Otro, localizar y reducir su malestar, liberarse de lo que esté dispuesto a ceder. El sujeto se pondrá en marcha en esa experiencia del “algo por decir”, cada vez.

Eugenio Díaz retoma esta cuestión de la pregunta, como un sostener que la vida es un interrogante, que la subjetividad supone un interrogante, la x de qué es ser un psicoanalista es el de la vida misma. Retoma el punto de espíritu subversivo de los analizantes refiriendo que ya en el hecho de que un sujeto suponga que el hablar de su malestar puede cambiar algo al respecto, puede esbozarse una subversión, que hay un malestar que no es definitivo. Si hay algo subversivo en el psicoanálisis es esto, que uno puede responsabilizarse de eso que le ocurre, que hay posibilidad de un movimiento y puede rectificarlo. Aquí aparece la pregunta de cómo se puede estar frente al otro y no juzgar. Efectivamente existe algo de un juicio ya en la mirada, en los gestos, vivimos con el juicio, pero en esta relación particular se trata de otra cosa, lo que se dice es su verdad, hay el que sufre, no hay lo que es apasionante. También aparece la pregunta de si un psicoanalista puede rechazar a alguien y de -“cómo sabe si está bien lo que está diciendo, si no se sabe lo que se quiere decir”-. Retorna el punto aquel de que no hay una buena manera de decir, sino el decir del inconsciente, en donde el paciente habla sin filtro, dice todo lo que se le ocurre, asocia libremente. Es ésta, la oportunidad de encontrarse con su decir, la que permite vehiculizar su padecimiento a la vez que su deseo. El sujeto siempre sabe lo que dice y nunca sabe lo que dice, lo que dice es su verdad, el psicoanálisis le ayuda a que eso que dice, que es su verdad, la pueda desmenuzar, pelar las capas de la cebolla alrededor de eso que dice pero que no lo sabe. No hay la palabra justa, es la palabra que dice el sujeto la que cuenta, el psicoanalista acompaña para que el sujeto encuentre la buena manera, que es la propia. Freud inventó una manera, la regla de la asociación libre, porque piensa que esa es la manera de acceder al inconsciente, que no se pierda por la vía de la razón. A veces esta regla ocurre, se pone en marcha mediante el dispositivo, otras, se formula explícitamente.

Una noticia

“Existen muchos mitos y tabús en relación al psicólogo y más aún del psicoanalista”. La presentación de la película nos deja la clara transmisión de que para pasar por la experiencia de un psicoanálisis, el sujeto ha de responsabilizarse. Y es en ese recorrido en el que encontrará la manera particular de transformar su malestar.

Renata Cuchiarelli*
* Licenciada en Psicología. Psicoanalista. Miembro corresponsal de CITA en Andorra. Centro de Investigación y Trabajo Analítico de la ciudad de La Plata, BBAA, Argentina.

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