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SEMINARIO DEL PASE: FINALES DE ANÁLISIS Y PASE

El Seminario del Pase prosigue el programa de trabajo ya comenzado en el año anterior y el tema que se propone explorar ahora, Finales de análisis y Pase, es el resultado de las enseñanzas obtenidas y de las cuestiones que quedaron planteadas en el final de dicho seminario.
Sin duda, la IX Conversación de la ELP, El pase y la formación del analista, realizada en Madrid el pasado mes de mayo es un punto de capitón a partir de cual relanzar el trabajo para este año.
La práctica del pase en la Escuela, se ha ido orientando en función del progreso conceptual que Lacan ha ido introduciendo a lo largo de su enseñanza con relación a los finales de análisis.
Una mirada retrospectiva sobre esos antecedentes generales nos permitirá periodizar e interrogar los resultados obtenidos sobre el progreso de la doctrina sobre los finales de análisis hasta la actualidad, así como, abordar las cuestiones que hace a los antecedentes en lo particular de la experiencia en nuestra Escuela: La conclusión de la cura. Variedad clínica de la salida de análisis, 1994.
¿Por qué abordar el tema en1994? se preguntaba J. Miller en su Prefacio. Porque las tres Escuelas que se formaron a partir de la ECF se prepararon para introducir el procedimiento del pase, verificar el resultado de un análisis y testimoniar que se ha alcanzado su término, por un método exigente, inseparable de un marco institucional preciso y que sólo puede ponerse en marcha en un contexto de confianza y de respeto.
El Seminario del Pase, se propone hystorizar esos antecedentes y actualizar esas referencias.
Comisión: Shula Eldar, Rosa Godinez, Monserrat Puig, Hebe Tizio, Lucía D’Angelo (responsable)

Referencias:
-El pase y la formación del analista. IX Conversación de la ELP. Escuela lacaniana de Psicoanálisis. Barcelona. 2007.
-La conclusión de la cura. Variedad clínica de la salida de análisis. Eolia. Barcelona.1994.

CALENDARIO

21:00 h.

9 y 23 de octubre de 2007
6 y 20 de noviembre de 2007
4 y 18 de diciembre de 2007
8 y 22 de enero de 2008
5 y 19 de febrero de 2008
4 de marzo de 2008
8 de abril de 2008
13 y 27 de mayo de 2008
10 de junio de 2008
Título
Resumen de la Presentación del tema del VII Congreso de la AMP de Jacques-Alain Miller
Fecha
10/06/2008
Horario
21:00 h.
Participantes
Isabelle Durand
Descripción
Jacques-Alain Miller, después de mostrar que la elección de los temas de los Congresos no responde a una inspiración sino a un cálculo, presenta el tema del próximo congreso. No es una lista aleatoria, sino una cadena significante que agrupan los temas de a tres. El último ternario, que empezó en Roma en 2006 con El nombre del Padre, prescindir y servirse de él, seguido en 2008 en Buenos Aires por Los objetos a en la experiencia analítica, acabaría en Paris en 2010 con el título que ahora sabemos: Semblantes y sinthomes.
El “prescindir, servirse de él” que sigue a El Nombre del Padre en el título del Congreso de 2006 le otorga su carácter de semblante. Lo desvaloriza convirtiéndole en un simple instrumento, y esta reducción a un instrumento es lo que Miller llama una semblantización. De los semblantes uno puede prescindir e usarlos, mientras que de lo real, no.
En un análisis, hay la emergencia de un semblante, el Sujeto supuesto Saber, y su transformación en otro semblante, el objeto a, a través del desprendimiento de los significantes amos, otros semblantes identificatorios.
Miller diferencia el pase planteado por Lacan en 1967, en el cual estaba el ideal de un total desvanecimiento sintomático, del pase que tenemos en la actualidad, que son más bien testimonios sobre lo incurable. Se pasó de la lógica del todo a la lógica del no todo: no todo se cura, no todo se dice. El valor de los testimonios está en la alusión a la opacidad del goce. Y ahí, Miller se refiere al texto Joyce el síntoma en el cual Lacan habla del goce propio del síntoma opaco, en tanto que excluye el sentido. Sin embargo, el análisis reduce esta oposición. Y ahí Miller cita a Lacan cuando dice: “El análisis se remite al sentido para resolver el goce pero no puede hacerlo sin hacerse el incauto del padre.” El goce no puede ser tocado directamente, necesita de los semblantes, como por ejemplo el Nombre del Padre.
“El sentido solo nos permite circunscribir lo ininteligible” dice Miller. Y plantea que eso abre a una apuesta para nuestra clínica: “Renunciar a la transparencia que siempre es ilusoria, sin ceder sobre la elucidación. No considerar que son un detalle los restos sintomáticos, aceptar que el pase sea del orden del no todo, aceptar que los analistas no sean semejantes.” No hay que dejar de articular, añade, una dialéctica entre sentido y goce, y mostrar en nuestros trabajos el borde de semblante que ubica el núcleo de goce. Es decir que no hay que borrar el semblante sino recuperarlo.

Isabelle Durand
Título
Tres versiones del pase
Fecha
05/02/2008
Horario
21:00 h.
Participantes
Isabelle Durand
Descripción
En la clase del 23 de mayo de 2001 del curso “Le lieu et le lien”, Jacques-Alain Miller construye tres momentos, tres versiones del pase, a raíz de tres textos de Jacques Lacan: la “Proposición del 9 de octubre 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, la “Nota italiana” de 1973, y el “Prefacio” de 1976 a la edición inglesa del Seminario XI, conocido también como “El esp de un laps”. En esta clase, Miller manifiesta su desacuerdo con Marie-Hélène Roch, que sitúa la “Nota italiana” más allá del “Prefacio”. M.-H. Roch elabora una tercera versión del pase a partir de la “Nota italiana”. Para Miller, el texto de 1976 va más allá que el texto de 1973. Llega incluso a decir que M.-H. Roch no lo vio por “estar absorbida por los nudos y por el llamado de la última enseñanza de Lacan”. Para Miller, la “Nota italiana” está en la misma línea de la “Proposición”, en el sentido de que retoma la ruptura inaugurada por la primera versión del pase expuesta en ésta. Hay ahí una ruptura respecto a la IPA, en el sentido de que el pase viene a sustituir la agregación, tal como la Escuela sustituye a la Sociedad. El witz de esta ruptura sería calificar al analizado de analista.
En la primera versión del pase, en la “Proposición”, lo no sabido puesto en función en el Sujeto-supuesto-Saber animado por la transferencia, libera un saber. Lo que supone esta primera versión del pase es que, al final de un análisis, hay un saber. Se trata de un saber sobre el deseo, sobre el sujeto como ser de deseo. En el fin de análisis, el pase sería la solución a un problema. Y es precisamente porque los AE supuestamente han resuelto su problema que están invitados a testimoniar sobre los problemas cruciales del psicoanálisis. Por lo tanto, el pase está aquí en relación al impasse, al problema del deseo. Es esta solución al problema que Lacan llama el pase. (En la clase siguiente, Miller señala que la etimología de “solución” es solvere, y que solución tiene un primer sentido de “desanudamiento”. En esta primera versión del pase, esta adquisición de un saber sobre la causa produce una mutación, una transformación del ser.
La “Nota italiana” es entonces una segunda versión del pase. En este texto, Lacan introduce el término de ex-sistencia. La ex-sistencia es la posición de algo que, estando fuera, permanece ligado. Ex-sistir es estar ubicado, “sistir” en alguna parte pero fuera de algo. Ex-sistere es “estar ubicado fuera de”. El saber que está aquí en juego no es sólo el del ser que no sabía la causa de su deseo, como en 1967, sino que es también saber que la relación sexual no existe. En 1973, contrariamente al texto de 1967, empieza una desvalorización de la verdad que abre la última enseñanza de Lacan. El analista es precisamente el rechazo, la caída de sus amores con la verdad, amores que atribuye en este texto a Freud mismo. En este texto de 1973, Lacan define a un analista como el que, contrariamente a Freud, acabó con sus amores con la verdad. Lo que empieza a esbozarse en 1973 es la idea de que el fin del análisis consiste en desembarazarse de la verdad, puesto que creer en la verdad haría obstáculo al acceso a lo real. La invención de saber sustituye al descubrimiento de la verdad.
En su tercera versión, recogida en el “Prefacio” de 1976 a la edición inglesa del Seminario XI, el pase es una prueba de la verdad. Pero la verdad a la que se refiere aquí Lacan no es la verdad de 1967. Esta verdad es sólo un sueño, es una mentira (ment-songe). Lacan habla del espejismo de la verdad, y el espejismo de la verdad no es otra cosa que el Sujeto-supuesto-Saber. Y es por esto que, en este texto de 1976, que constituye para Miller una tercera versión del pase, Lacan no define el fin de análisis en términos de verdad o de saber, sino en términos de satisfacción. Aquí, para Lacan, el fin de análisis está definido por el goce y no más por el deseo. Relativiza el pase a la satisfacción. El pase no es salir de la mentira. No es un posible despertar. Lo que propone Lacan es más moderado: el pase es testimoniar lo mejor posible de la verdad mentirosa, y testimoniar lo mejor posible es obtener la satisfacción de los colegas. El pase es hystorizar, y para eso hay que poner algo de uno mismo, hay que hacer un esfuerzo. Incluso, dice Miller, hay que tener una punta de cinismo, porque, ¿cómo podría ser posible dar forma de relato al propio análisis sin una punta de cinismo? Siguiendo esta lógica, se podría afirmar que los más honrados no podrían hacer el pase. Los más honrados quedarían cautivos de sus amores con la verdad, no teniendo la distancia suficiente para hacer de su análisis una hystoria. Sin embargo podemos pensar que es el acceso a lo fuera de sentido de lo real lo que les da esta libertad de volver a dar algo de sentido. Y sería gracias a esta libertad, y no a una punta de cinismo, que tendrían un cierto saber hacer con los residuos, los trozos, los pedazos de su vida apasionada en análisis.

Isabelle Durand
Título
SEMINARIO DEL PASE: FINALES DE ANÁLISIS Y PASE
Fecha
18/12/2007
Horario
21:00 h.
Participantes
Sobre la “Nota Italiana” de J. Lacan.
Rosa Godínez

El pase: del inconsciente transferencial al inconsciente real. A partir del curso de Miller de 2006-2007
Isabelle Durand
Descripción
Sobre la “Nota Italiana” de J. Lacan.
El texto de la “Nota Italiana” de J. Lacan, que data del año 1974 ,(1) recoge y actualiza los puntos centrales que en 1967 Lacan aborda en su “Proposición del 9 de octubre de 67 sobre el psicoanalista en la Escuela”. Por ello resulta interesante leer la Nota a la luz de la Proposición.
“Nota italiana” es el título de una carta que Lacan dirigió a tres psicoanalistas, G. Contri, M. Drazien y A. Verdiglione, en Italia en Abril de 1974 (2) . Fue publicada en Italia en Spirales nº 9 y en un libro, Lacan in Italia 1953-78 que trata la situación del lacanismo en Italia. En Francia se publicó en 1982 en el nº 19 de La Lettre Mensuelle de la ECF y en el nº 25 de Ornicar?. En esta revista es presentada la carta como “Nota italiana”. Pasaron unos años entre la circulación de esta carta y su publicación por iniciativa de J.-A.Miller en el marco de una reforma que afectó al conjunto de las Escuelas del Campo Freudiano y cuyo nombre fue “la entrada por el pase”. Fue en el Coloquio de Madrid de 1990 cuando J.-A.Miller formuló la cuestión de la entrada en la escuela con la pregunta: ¿Qué les parece dejarles a ustedes mismos la libertad de la entrada en la Escuela según los modos diferenciados? Estos modos son los planteados en el Acta de Fundación de 1964, la “entrada según el trabajo” que implica un trabajador decidido y, en la Nota italiana, la “entrada según el análisis”. Cabe recordar que esta propuesta que lanzó Miller tomó el nombre de “la pregunta de Madrid” debatida posteriormente en un Coloquio Ornicar? que tuvo lugar en París en enero de 1991.
En la Asamblea de la EEP en 1994, Miller tomó dicha pregunta para abordar la constitución de los Carteles del Pase y planteó la cuestión de por qué no formarlos íntegramente por Analistas de la Escuela ya confirmados por el pase. De aquí que en 1995 la Sección de Cataluña de la EEP, y alrededor del debate entorno al dispositivo del Pase en la EEP, dedicara uno de sus espacios de formación a la lectura, a la letra, de esta “Carta a los italianos”.
Volviendo a lo formulado por Lacan en 1974 acerca de la “entrada por el análisis”, al parecer fue tan insoportable para el grupo italiano que nadie se presentó. La “Nota”, tuvo entonces como respuesta la salida sintomática del silencio y de la huida, y quedó como letra muerta. Se hizo caso omiso a la invitación de Lacan, que en su punto final del texto apunta a: “Todo debe girar en torno a escritos por aparecer”. Podemos pensar que la posición del grupo italiano tenía que ver con la impotencia propia que conlleva los efectos imaginarios de grupo y que, ante el riesgo de que no hubiera analistas, optaron por un deseo anoréxico: “querer nada: ni pase ni escuela”.
La “Nota italiana” gira en torno a la pregunta ¿qué es un analista? y su autorización, tema presente en las formulaciones anteriores de Lacan. Aquí aquí añade dos elementos importantes: el deseo y el saber. Mientras que en el “Acta de fundación” de 1964 se dirige a los “trabajadores decididos”, y en la “Proposición” de 1967 habla de las garantías y hace la distinción entre AME y AE, en la “Nota” Lacan propone lo siguiente: “El analista llamado de la Escuela, AE, se recluta (...) por someterse a la prueba del pase a la que sin embargo nada le obliga”. Más bien, se trata de un lugar que implica que uno quiera ocuparlo y, para ello, nos recuerda Lacan en su “Proposición”, hay que “demandarlo de hecho o de forma”(3). Por otra parte, la Escuela delega su confianza en algunos que no se ofrecen a ello –indica Lacan– pero que son reconocidos por su trabajo, como “psicoanalistas que han probado ser tales”, y que por esto se les otorga el título de analista miembro de la Escuela, AME.
El principio básico que marca Lacan al grupo italiano para seguirle en su doctrina del Pase es que “el analista no se autoriza más que por sí mismo, eso cae de su peso”. Y ello decide la posición del analista.
Lacan advierte que al psicoanalista poco le importa una garantía que la Escuela le da con el nombre de AME, que es “una cifra irónica”. No es con eso con lo que ha de operar el analista, como tal, sino que ha de velar para que “al autorizarse por sí mismo no haya sino analista”.
Lacan con esta tesis rompe con la idea del análisis como “reválida”, a modo de integración en un cuerpo, y formula una crítica a las Sociedades psicoanalíticas con posiciones contrarias a su discurso. Para él es “del analista de lo que se trata, y supone que lo haya”. Para ello enumera en su “Nota” una serie de condiciones:
1.“Autorizarse no es auto-ri (tuali) zarse”. Esto marcaría una vía universal, homegeneizadora por la que cada analista debería pasar a modo de un ritual.
2. “El analista es del no-todo”
3. “El análisis es necesario pero no es aún suficiente”. En este sentido, recordemos que Lacan asienta el lugar del analista en un trípode cuyas patas son el ánalisis, la formación y el control de su práctica.
4. “Sólo el analista, o sea, no cualquiera, no se autoriza más que por sí mismo”. Hay analistas por el hecho que funcionan como tales. Pero esta función no asegura la ex-sistencia del analista, sólo la hace probable.
Lacan avanza en su carta e indica que hace falta tener en cuenta lo real. Lo principal es lo que resulta de la experiencia de saber particular del analizante. Hay saber en lo real, pero esto incumbe al campo de la ciencia, al científico. En cambio, el analista aloja otro saber, en otro lugar, pero que debe tener en cuenta el saber en lo real. Pero con ello no basta. Se requiere una condición básica que es el deseo, deseo de analista.
Lacan lanza el punto central en el que se basa este texto de su carta, a saber: “No hay analista a no ser que ese deseo le surja, es decir que ya por ahí sea el desecho de la susodicha (humanidad)”. Deseo que “por algún lado de sus aventuras el analista debe llevar la marca”. A sus congéneres, el saber encontrarla”.
En la actualidad hablamos de que el analista ha de convencer, ha de pasar al público que le escucha, pasadores, jurado y comunidad, lo que encontró en su propia experiencia que dé cuenta de su deseo particular. Y de cómo resolvió los problemas en torno a éste y al goce.
Y añade Lacan: “Sea lo que fuere lo que la ciencia debe a la estructura histérica, la novela de Freud, son sus amores con la verdad”. El analista representa la caída de la verdad y “sabe ser un desperdicio”, un desecho. “Es decir el modelo del que el analista (...) representa la caída (...) caída de la verdad, el desperdicio (...) pero no cualquiera”.
Lacan enfatiza que si el analista se sitúa en el lugar de desecho, “si sabe ser un desperdicio”, es porque debe haber circunscrito la causa de su horror, un horror particular, el de él, que es horror de saber, horror a la castración. En la asunción de este momento es cuando podemos entender que el analista sabe colocarse en el lugar que le es propio, semblante del objeto a. En mi opinión, para ello hace falta correr un riesgo. Por un lado, querer llevar la experiencia hasta el final y, por otro, querer dar cuenta de ella. Uno y otro acto no tienen por qué ir unidos.
Más allá, en su carta, Lacan alude al objeto a y dice que está y ex-siste porque él lo ha construído. Nos recuerda las cuatro consistencias (“substancias episódicas”) con las que el objeto se reviste: oral, anal, escópico e invocante; siendo la pulsión lo que en su circuito recorre cada uno de estos lugares y “por la que cada uno se apunta al corazón y no se alcanza más que con un tiro que lo falla”. Indica Lacan que “eso da soporte a las realizaciones más efectivas y también a las realidades más atractivas”.
En la “Nota italiana” Lacan aborda el saber anudándolo con la definición del deseo de analista. Entonces, la autorización a ser analista comporta un deseo en juego y un saber que resulta de la modificación subjetiva que se opera en el término de la experiencia analítica, porque ésta como tal es una experiencia de saber.
Lacan alerta que aquel “que no se autorice a ser analista (...) no tendrá nunca tiempo de contribuir al saber, sin el cual no hay oportunidad de que el análisis siga siendo apreciado en el mercado”. De alguna manera, nos advierte que si esto ocurre el psicoanálisis es empujado a la extinción.
Pero ¿de qué saber se trata? El saber en juego para Lacan es el que supone “que no hay relación sexual”, relación que pueda ponerse en escritura. Sabiendo que la verdad es un medio decir, que no puede decirse toda, “no sirve para nada más que para hacer el lugar en el que se denuncia ese saber”. Ese saber, señala Lacan, “no es que sea nada (...) de lo que se trata es que accediendo a lo real, lo determine tanto como el saber de la ciencia”. Nada más actual para nuestra época. El saber del que se trata para el psicoanálisis no es un saber a priori, programado. Se trata de un saber que hay que inventar. De ahí que hablamos hoy de la posición del analista como un artista, artesano, operador, etc., en el sentido de productor de una invención particular. En este sentido, Lacan en su “Proposición...” indica que el AE es llamado a testimoniar de los problemas cruciales en los puntos candentes en que se hallan para el psicoanálisis(4).
Al final de su carta, Lacan habla del saber del inconsciente freudiano y apunta a sus límites: “...da pruebas de una terrible falta de imaginación”. Recurre al uso del nudo borromeo de la manera siguiente: “...poner a contribución lo simbólico y lo real que aquí lo imaginario anuda (por eso no se lo puede dejar caer) e intentar, a partir de ellos, que de todos modos han dado sus pruebas en el saber, ampliar los recursos gracias a los cuales lograríamos prescindir de esta fastidiosa relación. (...) Entiendo en ello prescindir de las relaciones con la verdad y saber hacer con la no relación sexual. De esta manera, señala Lacan, “para hacer el amor más digno que la abundancia de “parloteo” que constituye hoy por hoy, “sicut palea” (como estiércol), que decía santo Tomás al final de su vida de monje”. Me parece que aquí Lacan insiste en la responsabilidad del psicoanálisis en el mundo contemporáneo de responder con su saber y su práctica frente a los impasses y problemas crecientes de la civilización.
Concluye Lacan en las últimas líneas sobre el papel de los pasadores. Sabemos que éste es un lugar prioritario en el dispositivo del pase y que una de las tareas más importantes es conseguir “pasadores auténticos”(5). Y, en la carta, subraya que el papel del pasador se asegura sobre el trípode al que alude en su inicio: “es el trípode mismo quien lo asegurará hasta nueva orden puesto que el grupo sólo tiene esos tres pies”. Es cuando indica que: “Todo debe girar en torno a escritos por aparecer”.
En este trabajo sobre la “Nota italiana” enfatizo lo que, a mi parecer, Lacan acentúa sobre lo que acontece en el final del análisis, y que podrá permitir la autorización del analista como tal. A pesar de los 34 años transcurridos desde que Lacan entregara su carta a los italianos, podemos aplicar hoy sus principios éticos, adaptándolos a las nuevas situaciones de la época actual con la forma particular que nuestra comunidad analítica quiera darle.
En el momento del final de análisis, que concierne a la relación del sujeto con el goce y sus modificaciones, acontece una forma de anudamiento particular entre deseo y saber. El analizante pasa por una aventura singular, su travesía por la experiencia analítica, que es a la vez una experiencia de deseo y una experiencia de saber. El deseo de querer saber es lo que se produce al final del análisis y va en sentido contrario al no querer saber de la represión (Verdrängung). Del horror al saber sobre la castración adviene el deseo de saber, pasaje que comporta la llegada de afectos como el entusiasmo y la satisfacción.
Un análisis transforma al sujeto, hasta el punto de saber que, al final de su experiencia subjetiva, le queda ocupar ese lugar de ser el desecho de la operación, básico para sostener el acto analítico. El analista surge, se produce, en el propio acto. Se trata de un paso lógico, es en el après coup que sabemos si hay el analista.
Me aventuro a decir que “saber ser un desecho” lo podemos tomar como uno de los nombres del deseo del analista. Esto nos conecta con la vertiente de la nominación de la última enseñanza de Lacan que apunta al registro de las respuestas de lo real que atañen al cuerpo y a la pulsión.
En su curso El Otro que no existe y sus comités de ética”(6), Miller cifra en tres tiempos la operación de caída de los significantes-amo ideales y la caída del objeto que se produce en el final de análisis. Me interesa destacar el momento último de revelación de un nuevo saber; un saber, como deducción lógica, que adviene tras la llegada de un significante nuevo, al que llama “el nombre de letra”, el “significante del pase”. El analizante se puede encontrar en su final analítico con este significante en contraposición con el que fue a buscar en el inicio, el “significante de la transferencia”, al dirigirse al analista en el lugar del Sujeto Supuesto Saber(7).
El significante del pase que da lugar a la producción de un nuevo saber implica y evidencia la castración. El analizante, en su acto de nominación –que es el acto por excelencia que da nombre– nombra la modificación subjetiva que se opera en relación al goce. Me parece que se trata de nombrar el nuevo ser que surge. Otra manera de decirlo puede ser: dar nombre a su particular manera de asumir la castración, la falta, o bien dar nombre a ese algo que el analizante ha encontrado en su manera de abordar el inconsciente real.
Se trata de convencer al público interesado de cómo el analista por venir hace uso de un saber hacer con los trozos de real que afectan al cuerpo y a la pulsión, lo cual condiciona el campo del saber. Es lo que venimos hablando acerca del pase- sinthome, sobre el paso del inconsciente transferencial al inconsciente real, y sobre cómo en el momento del pase el analizante sabe hacer con el sinthome, vía por la cual sabrá sostener su relación con la causa analítica, con su acto y su relación de transferencia de trabajo con la Escuela. Aquí apunta el deseo y también el nuevo amor del analista.

Rosa Godínez


1 En versión castellana se encuentra en la revista Uno por Uno nº 17 y en Cuadernos Andaluces nº 6. Las citas de este trabajo responden al texto de Uno por Uno (pp. 12,13 14).
2 Ver los artículos “Nota italiana” de R. Cevasco y “El deseo de saber y las aventuras del sujeto” de E. Berenguer, en Freudiana nº 14
3 “Proposición del 9 de octubre...”, Ed. Manantial, p. 8
4 “Proposición del 9 de octubre de 1967...”, p. 8.
5 Ver trabajo presentado en el S. del Pase del curso 2006-07 publicado en “El psicoanálisis” nº 12, “En el final del análisis, el significante del pase”, p.10
6 El Otro que no existe y sus comités de ética, capítulo “El realismo del pase”, p. 196,197,198
7 “En el final del análisis, el significante del pase”, El psicoanálisis nº 12, p. 11



El pase: del inconsciente transferencial al inconsciente real. A partir del curso de Miller de 2006-2007

Hasta la más última enseñanza de Lacan, estábamos acostumbrados al par S1-S2, en el cual un S1 llevaba a un S2. El fundamento mismo de la operación analítica es S1-S2, en el sentido que no hay establecimiento de la transferencia sin este par de significantes. Es gracias a la transferencia que se presentifica, que se moviliza y que se lee el inconsciente. En eso el inconsciente freudiano es un inconsciente transferencial; supone un lazo entre un S1 y un S2.
El inconsciente real, al cual Lacan se refiere en su más última enseñanza, apunta a un saber que no pasa por la intersignificancia S1-S2. Es en este sentido que se diferencia del inconsciente transferencial. El inconsciente real es exterior al SsS, a la máquina significante que produce sentido sin parar. Lo real se define aquí por la exclusión del sentido. Y en eso se diferencia de la verdad, la cual sí supone un sentido.
O sea que, del lado del inconsciente transferencial, tenemos la verdad, el sentido, la interpretación, la >em>hystorización. Y, del lado del inconsciente real, tenemos lo real (en oposición a la verdad), la reducción (en vez de la interpretación), aquello que excluye el sentido, aquello que queda fuera de la simbolización, lo que es “sin transferencia”, en el sentido de algo que ya no se dirige al Otro, que ya no es para el Otro. Es un S1 desarticulado (en oposición a la articulación S1 S2). En el final del análisis, lo real está cortado de la palabra, no espera nada de ella.
El momento que Lacan llama pase es la salida del inconsciente transferencial. El pase es por lo tanto el pasaje del inconsciente transferencial al inconsciente real. Es un momento a partir del cual se transforma radicalmente la relación del analizante con su analista. Hay una liquidación, pero es precisamente una liquidación de la transferencia-por- un-analista, con todos los afectos que conlleva: amor y odio. A partir de esta salida del inconsciente transferencial, una formación del inconsciente, por ejemplo un lapsus, ya no tiene sentido ni interpretación posible, no tiene una finalidad significante.
En esta formalización del final de análisis, Lacan se separa de Freud para quien había que evitar la salida del inconsciente transferencial. Lacan inventa otra vía: después de haber salido del inconsciente transferencial y de haber alcanzado el inconsciente real (o sea el pase) se trataría, con el pase bis, de establecer una relación con la causa analítica, con la Escuela.
Por lo tanto, si el pase es el pasaje del inconsciente transferencial al inconsciente real, el pase bis es su reverso, es decir es el pasaje del inconsciente real al inconsciente transferencial. Con la diferencia que este inconsciente transferencial no está dirigido hacia un analista sino hacia el psicoanálisis. Es una transferencia por la causa analítica. Este invento del pase bis es un modo de permitir al analizado de aliviarse del peso del inconsciente real y soportar la soledad que supone el Uno sin Otro.
La operación del pase bis es la hystorización del propio análisis, hystorización con y, historia histerizada, en el sentido de que no se trata de objetivación, sino de una elaboración del modo en que, en un análisis, uno ha podido crear sentido con sus trozos de real. Este pase bis se elabora en la soledad, soledad que tiene un eco en la fórmula “el analista se autoriza de sí-mismo”.
El pase bis es un teatro, dice Miller; los pasadores son críticos de teatro; y el jurado tiene que interrogarse sobre lo que les ha producido, a los pasadores, el haber escuchado a alguien que habría llegado al inconsciente real. El pase bis es una prueba de verdad, con la diferencia de que, habiendo llegado al inconsciente real, el analizado tiene que saber que la verdad sólo existe en tanto que espejismo.
No se espera en el pase bis un testimonio sobre lo 1 de lo 1 – aunque puede ser, dice Miller, que en la historia del pase haya existido ese espejismo de la verdad verdadera. En el pase bis, el testimonio que se espera es el que daría cuenta de cómo uno ha sabido hacer con la verdad mentirosa, cómo se ha abandonado a ella, cómo se ha dejado sumergir en ella, y cómo – y eso es lo que se espera –, se ha extraído, se ha limpiado de ella.
El criterio para apreciar si se ha alcanzado el inconsciente real es la satisfacción obtenida al final del análisis. Hay final del análisis cuando hay satisfacción, pero no cualquier satisfacción; es cuando se ha logrado extraer del dolor del síntoma la satisfacción que desde siempre lo habitaba. El criterio del final del análisis es precisamente este saber hacer con su síntoma para extraer de él la satisfacción.

Isabelle Durand
Título
Recomenzar el pase
Fecha
06/11/2007
Horario
21:00 h.
Participantes
Miquel Bassols
Descripción
Un hilo surgido del debate sobre el pase en Barcelona nos hizo recordar la referencia del texto de Jacques Lacan de 1968: “La destitución subjetiva no es menor para prohibir este pase por el hecho de que deba, como el mar, recomenzarse siempre”.
El pase no puede reducirse aquí al dispositivo o al procedimiento que tiene un principio y un fin, tampoco al momento que se hace equivaler a veces al final del análisis. Se trata del pase como estructura de uno y otro, del dispositivo y del momento. Y es esta estructura la que puede ponerse en juego en diferentes momentos y dispositivos. De ahí la actualidad de esta referencia cuando nos estamos planteando, en el marco de las Escuelas de la AMP, volver a situar el pase y sus usos en la experiencia analítica y de la Escuela. La experiencia del pase está aquí en correlación con la destitución subjetiva de modo que “el acto destituye así en su final al propio sujeto que lo instaura”. Es la destitución del Sujeto supuesto Saber que ha sostenido la transferencia del lado del Otro y que se revela ahora como un saber que no está soportado por ningún sujeto, un saber que funciona sin sujeto. Este sujeto siempre supuesto al saber del inconsciente es precisamente el lugar con el que el analista no debe identificarse. La identificación del analista con este Sujeto supuesto Saber es más bien la defensa ante un hecho que para Lacan está en la estructura de la experiencia y que es la destitución subjetiva.
La figura del ciclo, más acorde con el recorrido de la pulsión de ida y vuelta en torno al objeto que con el fantasma de la línea recta puesto en cuestión por Lacan, introduce una nueva lógica en la incidencia del pase sobre la propia experiencia analítica. El pase no se sitúa así en el exterior o en el horizonte de la experiencia analítica, tampoco como solidario de su final, sino que está presente en cada punto de giro de la experiencia sobre lo real. La figura del ciclo es solidaria de la figura del nudo que ciñe un punto real en el recorrido sobre sí mismo.
¿Por qué este mar que siempre recomienza? Se trata de una cita implícita a Paul Valery en su poema Le cimetière marin (El cementerio marino), de 1920, poema que esta lleno de referencias simbólicas al tiempo y al saber, al vacío y al acontecimiento puro como dimensión del acto, a lo que siempre vuelve a empezar y a lo que queda fijo – siguiendo la figura del mar y del sol de mediodía – a la paradoja de Zenón y del sujeto que no alcanza en lo real a cubrir el espacio con su paso contado en el espacio métrico. Es la paradoja que Lacan retomará en su Seminario Aún para situar la disyunción entre el goce fálico, el de Aquiles que se mueve en el espacio métrico, y el goce del Otro de la tortuga Briseida que siempre escapa y que sólo sería alcanzada en la infinitud. Es precisamente la misma paradoja que existe entre el inconsciente transferencial y el inconsciente real.
La referencia a un reciente testimonio de un AE, Massimo Termini, expuesto en las Jornadas de la ELP nos ha permitido situar este momento de un modo privilegiado.
Recomenzar el pase es así hacer la prueba, cada vez, de esta destitución subjetiva que está en la experiencia del analizante llevada hasta su término y desde la que puede operar el analista. Recomenzar, como el mar, no es aquí repetir si entendemos que el mar es siempre distinto – nunca nos bañamos en el mismo mar – y que rehacer un nudo es abrazar, ceñir, intentar atrapar cada vez algo distinto, aunque sea con la misma cuerda. La topología implícita en este “mar siempre recomenzado” implica que la experiencia puede volver a retomarse en un punto cualquiera, pero hace falta que sea un punto en particular. Un pase, pues, que puede recomenzarse con la única condición de haber pasado al menos dos veces por este punto de imposibilidad que lo real hace presente.

Miquel Bassols
Título
Finales de análisis y Pase
Fecha
09/10/2007
Horario
21:00 h.
Descripción
Programa de Trabajo
El debate sobre el pase en la Comunidad de Catalunya de la ELP, prosigue el programa de trabajo ya comenzado en el año anterior, para responder desde su particularidad y aportar su contribución, al debate que concierne al conjunto de escuelas que conforman la AMP. El tema que se propuso explorar ahora, es Finales de análisis y Pase. En la primera reunión se hizo una breve presentación del Seminario, subrayando la importancia de abordar la cuestión del pase bajo esta perspectiva, como consecuencia lógica del resultado de las enseñanzas obtenidas del trabajo del año anterior y proponer una bibliografía que nos oriente y que se irá completando a lo largo del Seminario.
El texto completo de la IX Conversación de la ELP, El pase y la formación del analista, realizada en Madrid el pasado mes de mayo, bajo la coordinación de Eric Laurent (Delegado General de la AMP), como punto de partida, así como, los intentos de responder a nuestra propuesta del “Pase sinthome”, hizo posible abordar la cuestión del pase y de la formación del analista bajo estas nuevas perspectivas.(1)
Para proseguir con ese debate, el Seminario se propone para recordar que la práctica del pase en la Escuela, se ha ido orientando en función del progreso conceptual que Lacan ha ido introduciendo a lo largo de su enseñanza con relación a los finales de análisis y a los diferentes momentos de la evaluación de la experiencia.
Una mirada retrospectiva sobre esos antecedentes históricos, nos permite periodizar e interrogar los resultados obtenidos sobre el progreso de la doctrina sobre los finales de análisis hasta la actualidad, así como, abordar las cuestiones que hace a lo particular de la experiencia en la EEP-ELP.
De esta forma, nos proponemos actualizar la lectura de un texto de 1994, La conclusión de la cura. Variedad clínica de la salida de análisis. (2)
Dado que por esas fechas, las tres Escuelas que se formaron a partir de la ECF (la EOL, La Escuela de Caracas, la EEP) se prepararon para introducir el procedimiento del pase, verificar el resultado de un análisis y testimoniar que se ha alcanzado su término, por un método exigente, inseparable de un marco institucional preciso y que sólo puede ponerse en marcha en un contexto de confianza y de respeto (3). Se propuso entonces, la siguiente bibliografía:
“Al fin del análisis se lo puede definir. El fin del análisis es cuando se ha girado dos veces en círculo, es decir reencontrado eso de lo cual se está prisionero. Recomenzar dos veces el giro en círculo, no es cierto que sea necesario. Basta que se vea eso de lo que se está cautivo y el inconsciente es eso: es la cara Real - puede que tengan una idea luego de haberme escuchado numerosas veces hablar de lo que llamo Real - es la cara Real de eso en lo que se está enredado”. Lacan J., “Momento de concluir”, (1977/1978).

(1977) . Lacan, J.: Momento de concluir. S. XXV. (Inédito)

(1992) . F. Leguil; E.Laurent; G.Clastres; G.Morel; E. Solano; C.Soler; "¿Cómo verificar el final de análisis?". Debate con el Grupo Madrileño de la EEP. Ediciones Eolia.Madrid.

(1992). Brousse,M.H.; Laurent,E.; Miller,J.A.; Solano,E.; Soler,C.; Trobas,G. Fin de análisis. Seminario Hispano Parlante. Caracas.

(1994) AMP. La conclusión de la cura. Variedad clínica de la salida de análisis. Eolia. Barcelona.

(1994) AMP: ¿Cómo terminan los análisis? Eolia. Barcelona.

(1996) La práctica del pase. Nueva biblioteca psicoanalítica (Sección Clínica de Buenos Aires). Eolia-Paidós. Argentina.

(1998). La passe et le réel. Témoignages imprévus sur la fin de l’analyse. Le Paon. Paris.

(1999) Miller, J.A.: Política lacaniana, Colección Diva, Buenos Aires,

(2003) Miller, J.A.: La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica. Paidós. Buenos Aires, cap. VI.

(2005) Miller, J.A.: El Otro que no existe y sus comités de ética. Paidós. Buenos Aires, caps. IX, XII, XXII.

(2006-2007) Miller, J.A.: Curso de la Orientación lacaniana.

(2007) El pase y la formación del analista. IX Conversación de la ELP. Escuela lacaniana de Psicoanálisis.

* (La bibliografía se irá completando en el curso del Seminario).

La actualización inicial de esas referencias, y las primeras puntualizaciones sobre el final del análisis, relanzó el trabajo del Seminario.

Lucia D’Angelo

1-El pase y la formación del Analista. IX Conversación de la ELP, Escuela lacaniana de psicoanálisis, Barcelona, 2007.
2-La conclusión de la cura. Variedad clínica de la salida de análisis. Fundación del Campo freudiano. Buenos Aires. 1994
3-Miller, J.: La conclusión de la cura (…), op. cit., Prefacio

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