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Un comentario particular sobre el Seminario de la Escuela: Momentos de la experiencia analítica

Por: Rosa Godínez 05/05/2009

La política de la Escuela en la constitución de esta actividad de formación, en mi opinión, se orienta en querer retomar conceptos y elementos fundamentales que atañen a la teoría y a la práctica analítica, como por ejemplo las entrevistas preliminares que pueden llevar o no al sujeto a un inicio de análisis; el fin de análisis en su relación con el inicio, el acto analítico… Estos puntos son importantes porque conectan con los principios básicos de la ética psicoanalítica, y merecen ser tratados hoy bajo una lectura - la de cada Uno- que pueda dar lugar a una nueva escritura rigurosa y acorde con el discurso analítico.

El marco de trabajo que se propone en este espacio posibilita la emergencia de ciertas preguntas, de entre las que me planteo las siguientes: ¿se han dejado de usar elementos centrales en la dirección de una cura, como las entrevistas preliminares a la entrada de análisis?, ¿cuáles son los principios analíticos por los que el analista se rige en su práctica?, ¿cómo los estamos aplicando ahora?, ¿desde qué lugar? etc.

También, la presentación del texto de Freud, Esquema de Psicoanálisis, como guía de lectura y de estudio de los fundamentos de la experiencia analítica y de la práctica, me parece muy atinada. Ir a Freud con Lacan bajo la orientación de los textos de J-A. Miller ya no es tan sólo un ejercicio interesante sino que considero que es conveniente, e incluso necesario, en una época en la que hay un empuje radical a borrar el sujeto del inconsciente. Y como apunta Freud –en el Prólogo del mencionado texto- creo que el designio de la lectura y trabajo de los principios fundamentales del psicoanálisis no es el “de empujar a la creencia”, con-vencer, o “provocar convicción”, es más bien el de promover vacíos que nos lleven, a cada uno, a sostener el lugar y el acto analítico al cual nos convoca cada caso, empezando por el de cada uno. Las cinco líneas que Freud señala como final de su brevísimo y contundente prólogo constituyen a mi parecer el marco de trabajo y orientación del espacio. Y estas líneas dicen así: “Las enseñanzas del psicoanálisis se basan en un número incalculable de observaciones y experiencias, y sólo quien haya repetido esas observaciones en sí mismo y en otros individuos está en condiciones de formarse un juicio propio sobre aquel”.

Nosotros tenemos la fortuna de querer leer lo que este texto freudiano transmite con los instrumentos a nuestro alcance que surgen de diversos -aunque arduos- trabajos: el análisis particular, el control de la práctica, y el estudio de la doctrina a través de los textos, así como de la enseñanza de los AE y de los post analíticos. Ello requiere una condición básica para su continuidad y es una Escuela porosa que se muestre permeable y mantenga el esfuerzo de consentir y acoger la singularidad del Uno, inventando nuevas fórmulas para presentar y sostener los espacios de actividades conservando su rigor epistémico.

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